Y se acaba ya. En breve finaliza un año que no olvidaremos nunca. Y no lo haremos porque estamos escribiendo historia. De nosotros dependerá cómo la recordemos.

Bajo mi punto de vista, con la llegada de la pandemia, nuestra sociedad se ha visto sacudida y los pilares de nuestra Constitución, se han visto amenazados. Han quedado en evidencia sus debilidades y sus fragmentaciones. La libertad ha tenido que ser limitada para que aprendamos (entre otras muchas cosas) a ser responsables. La sanidad saturada para darnos cuenta de lo verdaderamente importante. Ha sido necesario que muchos niños y niñas hayan quedado al margen del sistema educativo por falta de recursos, para ver la necesidad de invertir en una educación pública más igualitaria. Las críticas vertidas sobre el gobierno por sacar adelante los Presupuestos Generales, deja en entredicho el “pluralismo político”. Y las aventuras y desventuras del emérito, han puesto en jaque al Rey y han hecho cuestionarse si “todos somos iguales ante la ley”.

Pero la vida se impone, y aún así, contemplada en clave de crisis, consciente de todos estos desequilibrios, veo la oportunidad de un mundo mejor. Pero eso es futuro. En este momento quiero mirar atrás y hacer balance de, lo que ha sido para mí, este año que termina.

Aunque parezca una contradicción, ha sido un año intensamente corto. ¡Se me ha pasado muy deprisa! Apenas me ha dado tiempo a poner orden en mi desorden.

Si tuviera que definir este año que termina con una sola palabra, esta sería OPORTUNIDAD.  El confinamiento me dio la oportunidad de “parar”, de detenerme para poder avanzar.

He viajado a mi interior y he conversado con la niña que fui ¡Cuántos sueños por cumplir! Tendré que estar muy despierta…

Siento gratitud por los momentos de soledad que me han dado la oportunidad de hacer las paces conmigo misma y recordar qué camino quiero seguir.

Entre tanto desaliento y noches vencidas por la preocupación, me siento afortunada porque hay alguien ahí arriba que vela por las personas que más quiero, ha cuidado y cuida, a mi familia. Doy gracias…

Sin duda, este ha sido un año de mirar hacia dentro. Donde el “yo quiero” y “esto es lo que tengo”, se han visto varias veces confrontados. Me siento agradecida porque he tenido la oportunidad de revisar mi escala de valores y salir fortalecida.

También ha habido tiempo para parir sueños. Monedúcate nació en plena pandemia. Es fruto de la necesidad (de compartir), la ilusión (de la gestación) y la confianza (del buen alumbramiento). Es “nuestro” primer proyecto compartido. Es una gran oportunidad de desarrollar nuevas habilidades y crear puentes. Descubrir nuevos caminos, nuevas metodologías, y tejer redes sociales educativas.

Sí, sin duda, este ha sido un año lleno de descubrimientos…

Profesionalmente ha sido muy gratificante. He tenido la oportunidad de trabajar en un proyecto que ha sido un reto para mí. Ha sido muy intenso y ha exigido toda mi dedicación. Y la recompensa que he obtenido es tremendamente enriquecedora. ¿Sabes esa sensación de “le savoir faire”? Pues eso…

Como decía, el balance de este año me da como resultado la OPORTUNIDAD. La oportunidad de parar el ritmo frenético al que sometemos la vida. La oportunidad de reflexionar sobre las relaciones y/o la forma de relacionarnos.  La oportunidad de alzar la voz y exigir cambios en un sistema que no funciona. La oportunidad de crear una sociedad más justa, más solidaria y más sana. Y cómo no, la oportunidad de explorar nuevos mercados laborales, reciclarnos e impulsar la creatividad. Pues este año de tanta crisis (sanitaria, educativa, económica, política y social) nos abre la oportunidad al cambio. Los desafíos son grandes, no cabe duda, pero… como dice un viejo proverbio africano:

“Los mares tranquilos no hacen a marineros habilidosos”.

Con profundo agradecimiento despido este año que ya termina y doy la bienvenida al nuevo año, con ilusión y confianza renovada: “Hágase tu voluntad” (reminiscencias de mi infancia).

• 

¡Feliz y próspero 2021!

•