La confianza es una emoción muy positiva y consciente. Es una necesidad emocional expresada de forma racional que nos permite relacionarnos con nosotros mismos y con los demás de una forma más exitosa.
Podemos decir que la confianza es un sentimiento compuesto por emociones y razones que resulta necesario para enfrentarnos a nuestro entorno. Es una actitud basada en la seguridad que conlleva esperanza, y esto implica una respuesta satisfactoria a las expectativas ante una acción futura. Por todo ello, la confianza está muy vinculada a nuestro nivel de autoestima y a nuestras experiencias. A veces, podemos confundir la acción de “no confiar” con la desconfianza, y no es lo mismo.
No confiar se puede interpretar como un estado en el cual la persona no espera nada de nadie, a veces, ni de él mismo; es una actitud pasiva.
La desconfianza lleva consigo un resultado distinto al deseado; es decir, nuestras expectativas son negativas respecto al resultado (acción). La persona desconfiada suele ser poco confiable para los demás.
En cambio una actitud de confianza genera una adecuada gestión de las expectativas y es necesaria para vivir con menos miedo.
Bien es cierto que, el exceso de confianza puede envolvernos en arrogancia y soberbia y a no dejarnos ver la realidad y, de este modo, llevarnos a situaciones de riesgo.
Una sana confianza está basada en el tipo de relación que mantuvimos con nuestros padres en nuestra primera infancia y en cómo se renovó al enfrentarnos al mundo exterior en la adolescencia.
Erik Erikson, en su “Teoría psicosocial”, hace referencia al sentimiento de seguridad que adquiere el niño en su vínculo con los demás y con él mismo. La manera en la que ese vínculo ha sido construido influirá en el tipo de relación que ese niño tendrá con los demás, cuando sea adulto. De ahí la importancia de aportarle al niño seguridad.
¿Por qué es importante construir confianza?
La confianza puede ser el factor más importante para construir relaciones de calidad. Tener a alguien en quien confiar cuando nos sentimos vulnerables, es sentirnos seguros ante la adversidad.
¿Cómo podemos construir confianza?
- Cumple siempre tu palabra. Si no puedes mantener una promesa o un compromiso, háblalo con la persona involucrada y explícale el motivo. Sé honesto.
- Si has mentido, admítelo. Explica con sinceridad tus motivos para hacerlo. Pide disculpas y muestra tu arrepentimiento.
- Muéstrate siempre desde el corazón, practica la escucha activa.
- Sé una persona abierta. Ante situaciones confusas, intenta proporcionar más información para mostrar tu transparencia o interés. Dile a la gente lo que necesita o quiere saber. Y si guardas algún secreto que no quieres compartir, dilo abiertamente, estás en tu derecho de mantener tu privacidad y poner límites claros al respecto.
- Guarda siempre los secretos confiados. Sé leal e íntegro.
- Aprende a gestionar tu mundo interior. Las personas que expresan sus emociones de forma adecuada, generan confianza.
- Comunícate desde la asertividad. Expresa con respeto tus opiniones o necesidades y haz lo mismo con las de los demás.
¡¡Truco!!
No esperes a tener confianza para actuar, ¡actúa! El sentimiento viene después del acto. Actúa sin confianza y la confianza llegará.
Mantén el contacto visual. Mira a los ojos a la persona que tienes frente a ti, muéstrate vulnerable, valora más el esfuerzo que el resultado. Todo ello generará confianza, no solo en ti mismo/a si no que la transmitirás a los demás.
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