Las nuevas metodologías que se exigen no les son nuevas al educador y a la educadora social. Allá donde se encuentren trabajando y con cualquier colectivo objeto de intervención, el/la profesional de la educación social ha de dotar de herramientas a las personas con las que trabaja para que sean autónomas en sus procesos vitales y se sostengan en redes de apoyo social. La integración social del individuo busca su apoyo en las dinámicas grupales y comunicativas. Hoy más que nunca se hace necesario transferir estas experiencias socioeducativas, del ámbito no formal, a la enseñanza reglada.
El/la menor define su identidad fundamentalmente en el entorno escolar, ya que es el lugar donde se relaciona y donde interioriza el tipo de relación que establece.
Todos sabemos cómo influyen estas etiquetas que se les coloca en el entorno escolar y que tienen un efecto tremendo en el menor. Muchos de estos niños y niñas tardan años en descubrir que no eran como habían pensado que eran o como le habían hecho sentir que eran sus profesores o compañeros y compañeras del colegio.
Las redes sociales que se generan a través de las tecnologías permiten que los niños y niñas se relacionen más allá de este contexto físico. Internet está contribuyendo, para bien o para mal, en el desarrollo de la identidad de los/as menores y en muchos casos, de forma determinante.
Muchos de estos/as adolescentes utilizan los muros de sus perfiles en Instagram o Facebook para escribir sobre lo que piensan de verdad; cosas que quizás no se atreverían a decir cara a cara y que pueden hacerlo a través de estos medios, ya que les hacen sentirse protegidos . Muchos de esos “me gustan” hacen subir de manera exponencial la autoestima de estos menores y de la misma manera pueden hacerla bajar. Las redes se han convertido en una oportunidad para expresarse libremente y ser reconocidos. Las redes sociales constituyen un medio de comunicación social que educa y permite la oportunidad de forjar relaciones. De este modo, los docentes y los/as educadores/as, tenemos la obligación de conocer estas nuevas dinámicas de comunicación y educar al menor en las mismas. Si el intelecto no va acompañado de inteligencia emocional o lo que es lo mismo, competencia social, nadie puede asegurar el éxito; de nosotros depende, tal vez.
El maestro y la maestra ya no son los únicos poseedores del conocimiento, éste está al alcance en la red. El/a maestro/a y el educador/a se transforman en facilitadores de los procesos de aprendizaje y en dinamizadores/as de las relaciones humanas. Los/as maestros/as y educadores/as debemos proporcionarles el contexto e implementar estrategias de investigación para que el menor aprenda por sí mismo y genere su propio conocimiento.
La escuela debe asegurar que el principio de igualdad de oportunidades se cumpla, dando acceso a aquellos que aún no lo han conseguido y formación en general para un uso adecuado.
Nos encontramos con el inconveniente de que muchas veces ni la escuela ni los/as docentes están preparados para enfrentar estas necesidades, no han recibido la formación necesaria para resolver estos conflictos. Es necesario que se establezca esta figura en el ámbito formal, el educador y la educadora social no solo son capaces de mediar dentro y fuera de la escuela; entre el alumnado, las familias, los maestros y en el entorno; los/as educadores/as sociales están formados para resolver diversas situaciones que se puedan plantear en las relaciones, tanto si son reales como virtuales.
Hoy más que nunca necesitamos reivindicar nuestro profesión en el ámbito escolar.
Si te interesa saber más sobre este tema, en la revista de educación social, nos hablan sobre ello.
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Feliz comienzo de curso…
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