Por si en este momento no te apetece leer…
“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”
Unos hombres sabios que no podían ver. No obstante, empleaban el sentido del tacto para conocer a los seres y objetos y así, experimentar el mundo. Ninguno de ellos había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey tenía uno, le solicitaron con humildad poder conocerlo.
El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y le tocaran.
Lo hicieron de uno en uno.
El primero se acercó y le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo como una lanza. El segundo se aproximó y le tocó la cola, respondiéndole al primero que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero también quiso conocer al animal y acercándose se topó con su trompa. Enseguida corrigió a sus compañeros:
- Estáis equivocados –dijo. Este animal se parece a una serpiente.
El cuarto, que era muy bajito, se acercó al animal extendiendo su mano, se encontró con la rodilla del elefante. Tocó y tocó y extrañado dijo:
- ¡Qué extraño animal es este que se asemeja tanto a un árbol!
El quinto le desmintió al tocar la oreja del elefante, valorando que se parecía a un gran abanico.
El sexto, que era muy alto, no aguantando más su curiosidad se acercó presuroso al animal y acariciando su lomo llegó a la conclusión que en realidad el elefante era como una fuerte pared rugosa.
Tras haber llegado a diferentes conclusiones, los hombres sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad. Todos defendían sus posturas con ahínco, así que, viendo que no llegarían a una conclusión final sobre cómo era el elefante, decidieron consultar con un séptimo sabio, que sí gozaba del don de la vista.
El hombre sabio escuchó con atención cada explicación dada por cada uno de ellos y por fin, se pronunció:
- Todos tenéis razón, ya que habéis descrito con certeza cada parte del animal que habéis tocado. Más sin haberos equivocado, ninguno lo habéis conocido en su totalidad. El elefante es más que la suma de sus partes.
“Y colorín, colorado… los cuentos, nunca son terminados”
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