Por si en este momento no te apetece leer…

“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”

Un hombre sabio que pasaba los días sentado junto a un pozo, a la entrada del pueblo.

Un día, un joven viajero que pasaba por allí, se le acercó y le preguntó:

—Estoy buscando un lugar donde quedarme. ¿Cómo son los habitantes de este pueblo?

El anciano le miró fijamente antes de responder:

—¿Cómo eran los habitantes del lugar del que vienes?

– Egoístas y malvados -le respondió el joven. Por eso me he tenido que marchar.

Pues así son los habitantes de este pueblo -dijo el anciano. Y el joven siguió su camino.

Un poco después, otro joven viajero que pasaba por allí, se acercó al anciano y le preguntó:

—Buen hombre, estoy buscando un lugar donde asentarme. ¿Cómo son los habitantes de este pueblo?

El anciano le miró fijamente antes de responder:

—¿Cómo eran los habitantes del lugar del que vienes?

—¡Oh! Eran muy buenos. Generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… Tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.

Pues así son los habitantes de este pueblo -le respondió con una sonrisa el anciano.

El joven viajero agradeció al anciano la información recibida y después de beber un trago de agua fresca en la fuente, entró al pueblo.

Un pastor que había llevado a las ovejas a beber agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó, se acercó y le dijo al anciano:

—¿Cómo puedes dar dos respuestas, completamente diferentes, a la misma pregunta?

El hombre sabio, pues de todos es sabido que la edad conlleva sabiduría, le respondió:

-Porque cada uno de nosotros lleva el universo en su corazón.

Quién no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí.

Las personas son lo que encuentran en sí mismas y encuentran siempre, lo que esperan encontrar.

“Y colorín, colorado, los cuentos nunca son terminados…”