Por si en este momento no te apetece leer…
“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”
Un hombre sabio que vivía en un pequeño pueblo en medio del bosque.
Cada mañana salía a caminar por un sendero que le llevaba al mar y regresaba al anochecer para contar fantásticas historias a los lugareños, que lo escuchaban atentamente.
Cuando volvía de sus paseos le preguntaban llenos de curiosidad:
-Cuéntanos, ¿Qué has visto hoy?
Él respondía con su voz suave y pausada:
-He visto a un fauno que tocaba una melodía hermosa con su flauta y con ella obligaba a bailar en círculo a un grupo de silvanos.
-Y qué más has visto? Preguntaban insistentemente los aldeanos.
-He visto a tres sirenas mientras me dirigía a la orilla del mar, todas ellas eran criaturas hermosas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.
Estas historias fascinaban a todos y a cada uno de los habitantes del pueblo, desde niños hasta adultos e incluso a los más ancianos del lugar. Por ello, todos los vecinos del pueblo lo apreciaban por encima de cualquier otro habitante.
Una mañana, el hombre que contaba historias, salió de nuevo hacia el mar y vio a tres sirenas en el filo de las olas que peinaban sus largos cabellos verdes con un peine de oro.
Asustado, el hombre se dirigió de nuevo hacia el bosque para regresar a casa y, allí vio, con sus propios ojos, a un fauno que tañía delicadamente su flauta y con sus sonidos hacía bailar a un grupo de silvanos que se encontraban con él.
El hombre asustado corrió y corrió por el sendero sin dar crédito a lo que había visto.
Cuando regresó al pueblo, esa misma noche, los habitantes del lugar, expectantes como de costumbre, le preguntaron qué había visto ese día.
El hombre, todavía pálido, apenas alcanzó a decir:
-Hoy, no he visto nada.
“Y colorín, colorado, los cuentos… nunca son terminados…”
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